miércoles, 11 de marzo de 2009

TEORIA FUNDAMENTAL DEL TEATRO EN LA EDUCACION


Antes de establecer las relaciones entre el teatro y la educación debemos distinguir los caminos propios y particulares de cada actividad; para luego, si es posible, tratar de integrarlas. Comenzaremos, pues, precisando las concepciones de teatro y educación que nos orientan.

Teatro

Es la más humana de las artes. En la representación teatral los hombres hablan a los hombres sobre los hombres. Sobre la escena los actores (hombres artistas) son signos de la humanidad.

El teatro, que representa la vida social, es también un proceso social; y su creación es un proceso de producción de sentido de naturaleza estética. Las fuentes de este proceso SON: el juego y el impulso lúdicRo, de mimesis o de imitación.

De Aristóteles a Brecht se reconoce que el teatro tiene por medio de expresión las relaciones humanas. Las obras de teatro son tropos de los comportamientos humanos en sociedad, signos estéticos de la conducta social. Tropos que son representados directamente, en presencia y en presente. La representación teatral es un relato sin intermediación narrativa. Por eso el teatro no cuenta nuevas historias sino nuevas relaciones.

Los tropos escénicos se componen por medio de tres posibilidades. Estas posibilidades se relacionan con la noción clásica de las tres unidades atribuidas a Aristóteles, y posiblemente sean su significación actual. Toda composición teatral considera:
1. El espacio,
2. El tiempo, y
3. Los actores

1. El espacio teatral, es un espacio abierto, pleno de significación. No es un “espacio vacío”. Por el contrario, entraña tres nociones:
1.1 El escenario, lugar de las acciones.
1.2 La sala, lugar de los testigos de las acciones, y
1.3 La sociedad, espacio referencial de las acciones representadas.


1.1 El escenario: De la misma manera que la poesía se escribe sobre la página en blanco, las acciones teatrales se efectúan sobre el escenario. Pero este escenario no es un espacio vacío, esto es sin significación, ya que, desde que los espectadores se sitúan frente o alrededor de él esperan que sobrevenga algún hecho en ese lugar. La escena es un espacio marcado.

Este espacio marcado puede significar el universo. El escenario es un microcosmos y un macrocosmos. No hay lugar que no pueda ser concretado o aludido sobre él: desde el alma humana a las estrellas, desde el fuero interno a los órganos corporales; de la plaza pública a la más pequeña habitación de una casa... Y no sólo el escenario es transformable. Todo lo que está sobre él puede transformarse también. Los objetos son mil en uno. El escenario es un espacio proteico; durante la representación puede cambiar de límites. Se puede prolongar a la sala e invadir el espacio del público.

La música y la iluminación están al servicio de la espacialidad y de sus diferentes grados de significación. “La música crea un decorado esencial” (Appia). La luz brinda la atmósfera conveniente a las acciones escénicas.

1.2 La sala: De primera intención es el lugar de la cita al público, en cuanto representante de la colectividad. El teatro es un arte efímero. Es un arte de “aquí y ahora”. Tienen necesidad de convocar testigos para hacerse memorable. Pero, el público no es un testigo pasivo, participa también de las acciones y toda transformación sobre la escena depende de su complicidad.

Recordemos que en las danzas de los pueblos primitivos y en los espectáculos teatrales de celebración no hay diferencia entre actores y espectadores; todos son un conjunto y no existe límites entre el escenario y la sala.

1.4 La sociedad: Porque el grupo social es el referente de las acciones escénicas. El compromiso social del teatro es total: se origina en el público, procesa artísticamente sus inquietudes y las retorna al público. “El teatro habla al público en la medida en que habla del público” (Doat).

2. El tiempo teatral, es un tiempo no marcado. Su naturaleza es la del instante: duración indefinible pero significativa. El tiempo teatral entraña tres nociones correspondientes a las ya mencionadas para el espacio teatral.
2.1 El tiempo de las acciones representadas (diegético)
2.2 El tiempo de la representación (mimético), y
2.3 El tiempo histórico de la sociedad.

2.1 El tiempo de la obra
: Un espacio proteico no puede aceptar el tiempo de los relojes. De la misma manera que el escenario puede ser el universo, el tiempo escénico puede ser la eternidad. Es la razón por la cual los Misterios medievales podían desarrollarse desde la Creación del mundo hasta el Juicio final. El tiempo de los relojes nada importa en una obra teatral.

Sin embargo, el relato teatral para adquirir significación, dentro del tiempo de la representación, debe tener un comienzo, un desarrollo y un final. Todo discurso debe tener una duración limitada para tener una significación. Es la diferencia con el tiempo de la vida que el teatro imita. La vida de muchos personajes continúa después. Es imposible, e irrelevante, una representación eterna, como es imposible una vida eterna. El relato teatral es un momento significativo de la vida de los personajes. Y este momento es significativo porque desarrolla los avatares hacia un destino.

2.2 Tiempo de la representación: Es la única temporalidad real. Una representación teatral dura algunas horas de la vida de los actores y de los espectadores: media hora, dos horas, una jornada, varios días. Pero la función termina siempre.

Un aspecto interesante del tiempo de la representación es que es un tiempo ritmado. Son las variaciones rítmicas de la acción las que actúan sobre el espectador y le generan múltiples sensaciones de aceleración, detenimiento o ampliación del tiempo. Arte de grandes intérpretes (actores y directores) es este del manejo del ritmo de la representación. Y una vez más los relojes se doblan en el desierto.

2.3 El tiempo histórico: Es el tiempo social, contextual. Lo que da sentido al hecho teatral es la presencia de la época sobre el escenario. El valor del testimonio. Si bien es cierto que nadie puede interpretar con objetividad su tiempo histórico, es virtud de las grandes obras teatrales ofrecer el perfil histórico del hombre, sus tendencias de pensamiento y de acción. La época permite jugar tres tiempos en el escenario:
2.3.1 El tiempo personal, de la vida cotidiana de los individuos,
2.3.2 El tiempo contextual, de la vida social de los pueblos, y
2.3.3 El tiempo histórico, como un testimonio de actualidad que los espectadores comprenden: “El teatro habla a una época porque habla de la época”. Y esta es la temporalidad trascendental del teatro, la que hace de él, el arte más comprometido con la aventura humana y el cuestionamiento de la vida social.

3. Los actores, son los artistas signos de los hombres. Asistimos al teatro para ver el comportamiento artístico de los actores en su esfuerzo por representar los comportamientos de los personajes en sus relaciones. Los actores son compositores de comportamientos.

El medio característico del teatro es la conducta social o relaciones humanas. Los comportamientos se confrontan con otros comportamientos. Esta interrelación de comportamientos escénicos es la situación dramática, que es la célula del relato teatral.

Una situación teatral es una especie de composición de fuerzas en juego donde la intervención de un personaje es más importante que su presencia. Al igual que en la situación social, las fuerzas dentro de la situación dramática representan roles y cumplen funciones. Pero, a diferencia de la sociedad en el teatro las situaciones no están definidas, por el contrario, generalmente se cuestiona el orden establecido, en función de lo que un sujeto o un conjunto de sujetos, motivados por alguien o algo (destinador), buscan o tratan de alcanzar un bien(objetivo) para dárselo a alguien o reordenar algo (beneficiario). En este intento se encuentra con fuerzas que lo ayudan (ayudante) o que se oponen (oponente). Estas fuerzas actuantes (actantes) no son necesariamente un personaje, pueden formar parte de uno solo. Tampoco se mantienen iguales en el personaje durante toda la obra, pueden cambiar. El proceso por el cual estas fuerzas van transformándose constituye la esencia de la acción dramática.

La acción dramática en el teatro occidental abarca tres posibilidades:
· La acción como cambio o transformación, como es el paso de los años la mudanza o la evolución del carácter, o de los estados emocionales.
· La acción como tránsito o desplazamiento, que es ir de un lugar a otro con un objetivo preciso, y
· La acción como búsqueda del equilibrio, del restablecimiento de algo que ha perdido su estabilidad. Esta forma de acción es la que comprende la exposición, la intensificación, el clímax o culminación, la declinación y el desenlace.

Los comportamientos se hacen evidentes mediante sus indicadores personales: maquillaje, máscara, vestido, utilería de mano, peinado, gestos y desplazamientos, maneras de hablar; y sus indicadores ambientales: utilería de adorno, ordenamiento del espacio, escenografía, iluminación, ruidos y másica.

En síntesis, el teatro es el lugar de las utopías, arte de los efímeros, es también el arte infantil por excelencia. Arte de los espacios proteicos, de tiempos concretos expresados por las progresiones del relato y los movimientos de los actores. Sobre el escenario se desarrolla una realidad alternativa. Es el dominio de los sueños en vigilia, de las rebeliones sin muertos.

Es el teatro el lugar dialécticamente definido de la educación, puesto que la vida entera en su profusión sin límites, se manifiesta encuadrada en el solo y único campo del teatro.

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