Aprendiendo a mirar el mundo
Ha dejado de llover y salgo de mi casa. ¡Cómo brilla la calzada! Camino de la escuela voy pisando un gran espejo en el que todas las casas del barrio se miran y se arreglan porque la lluvia las ha despeinado.
De pronto una voz a mis pies: "Detente o te mojo los zapatos". Bajo los ojos buscando la voz y me encuentro en el charco. Me detengo y miro un buen rato el agua empozada mientras lo escucho rezongar: "Pensar que hace poco estaba allá en lo alto y ahora aquí, viéndote la cara".
Ha dejado de llover y salgo de mi casa. ¡Cómo brilla la calzada! Camino de la escuela voy pisando un gran espejo en el que todas las casas del barrio se miran y se arreglan porque la lluvia las ha despeinado.
De pronto una voz a mis pies: "Detente o te mojo los zapatos". Bajo los ojos buscando la voz y me encuentro en el charco. Me detengo y miro un buen rato el agua empozada mientras lo escucho rezongar: "Pensar que hace poco estaba allá en lo alto y ahora aquí, viéndote la cara".
Es bien pleitista el charco. Yo no le hago caso, saco un papel y hago un barquito que ahora navega en sus aguas.
Parece que siente cosquillas porque ya no rezonga. Ríe, ríe hasta salpicarme la cara, así como una caricia pequeñita. Quiero recoger mi barquito y me ruega: “Déjalo, no te lo lleves”. Y yo se lo dejo.
Escucho a lo lejos su risa. El viento mueve el barco y mis cabellos mientras sigo caminando hacia la escuela.
Parece que siente cosquillas porque ya no rezonga. Ríe, ríe hasta salpicarme la cara, así como una caricia pequeñita. Quiero recoger mi barquito y me ruega: “Déjalo, no te lo lleves”. Y yo se lo dejo.
Escucho a lo lejos su risa. El viento mueve el barco y mis cabellos mientras sigo caminando hacia la escuela.
Para el mes de las lluvias de Invierno
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